UNA PSICOPEDAGOGA...¿PARA QUÉ?

 

Tengo 31 años, soy una de esas personas que dedican su tiempo a estudiar la conducta en y por el proceso de enseñanza-aprendizaje y quiero relatarles una historia que, más que historia, es el reflejo de una situación real por la que, quizás, más de uno de ustedes esté atravesando y pueda resultar útil al momento de tomar una decisión...pensando en sus hijos. 

“Marianela era una niña a quien le gustaba mucho andar en bicicleta y jugar con su perro, pero no sabía qué otras cosas hacer. Y eso era un problema para ella, porque no podía sentirse feliz. Pasaba horas y horas sentada frente a papeles y libros, sin entender para qué le servía todo eso, y nadie se ocupaba de explicárselo. Como no tenía entusiasmo ni ganas de aprender, no aprendía, y entonces no le iba muy bien en la escuela. Estaba aburrida de hacer siempre lo mismo y soñaba con hacer cosas diferentes a las que estaba acostumbrada, pero necesitaba que su familia se diera cuenta de eso, para que pudieran ayudarla. 

Un día la maestra de la escuela llamó a los papás para contarles que Marianela parecía triste y estaba distraída. Ellos se preocuparon muchísimo al enterarse y, entre los tres, tomaron la decisión acudir a una persona que había estudiado para ayudar a que los niños que tenían alguna dificultad manifiesta en la escuela pudieran encontrar la forma de disminuirla hasta hacerla desaparecer. 

Los papás concertaron una entrevista con esa persona y, en su consultorio, la psicopedagoga les explicó que “para sacar adelante” a Marianela eran imprescindibles tres cosas: que ambos aceptaran la existencia de una dificultad en la hija, que estuvieran dispuestos a hacer todo lo que fuera necesario para ayudarla y que la niña misma quisiera mejorar, para su beneficio personal. 

...Y un buen día Marianela conoció a Alejandra, que era la persona de que le habían hablado sus papás. Ella la recibió sonriente y se sentaron en sillas a la par, después de lo cual Alejandra le explicó que, entre dibujos, juegos y actividades variadas, ella intentaría descubrir qué era lo que estaba pasando, por qué le pasaba eso y qué había que hacer para modificarlo. Desde ese día, Marianela visitó a la psicopedagoga dos veces por semana durante cuarenta y cinco minutos cada vez, hasta que Alejandra descubrió lo que sucedía. Entonces citó a los papás para explicárselo y orientarlos respecto a lo que podían y debían hacer por ayudarla desde la casa y les explicó el plan de tratamiento que ella misma implementaría desde el consultorio. Les dijo también que elevaría un informe escrito a la maestra y conversaría con ella al respecto. 

En el siguiente encuentro, la psicopedagoga explicó a Marianela lo que sucedía y le enumeró algunas de las actividades que comenzarían a llevar a cabo juntas, buscando soluciones a sus dificultades y tendiendo a que, lo más pronto posible, comenzara a sentirse realmente bien para poder enfrentar su propio proceso de aprendizaje y todas las experiencias que tuviera que vivir, con confianza y seguridad en sí misma, de ahí en adelante".

Psp.Ma.Alejandra Canavesio.

 

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