PADRES ÚLTIMO MODELO.

 

El mundo actual es una vidriera de incongruencias y contrariedades para aquellos que priorizan ideales y valores morales como normas de conducta. Es indudable que quien no dedica parte de su tiempo al cultivo cultural y espiritual desemboca forzosamente en la frivolidad.

La vida del hombre moderno consiste en divertirse, “pasarla bien” a costa de lo que sea, y consumir y acumular cosas materiales, entregándose sin pausa a la satisfacción de lo inmediato. Como está convencido de que el fin justifica los medios cree que absolutamente todo en la vida es negociable; que la vida misma es un comercio de comprar, usar, tirar y volver a comprar, porque sostiene que hay que HACER para TENER y TENER para SER. Su objetivo de vida es la búsqueda continua del placer y el bienestar sin límites (que no son sinónimos de “felicidad”), con el único interés de mantener un exitoso nivel de vida, sin grandes problemas, aprisionándose en la cultura del mínimo esfuerzo y la máxima comodidad. En la búsqueda de nuevas sensaciones, cada vez más excitantes, se interesa por todo, pero superficialmente, cayendo en una rutina concatenada de trivialidades que lo conduce a aceptar todo cuanto se le presenta, por carecer de criterios sólidos de conducta, ya que su norma no es la ética sino la estética. De opiniones y convicciones absolutamente cambiantes, en medio de una vida improvisada, es descomprometido e incapaz de establecer lazos afectivos asentados en sentimientos profundos. Lo único que le importa es lo que opine y haga la mayoría, que lo manipula y maneja tentadoramente, volviéndolo cada vez más débil y vulnerable. Escondido bajo un exterior despampanante camina a la deriva con un abrumador sentimiento de vacío interior, derrumbándose ante el más mínimo contratiempo, que lo sumerge en el desaliento y la depresión, haciéndolo propenso a sucumbir a ciertas adicciones (tabaco, alcohol, drogas, psicofármacos, etc.) en procura de evadirse del malestar que le producen su decadencia afectiva y moral.

La pregunta es...¿cómo pretender BUENOS PADRES en medio de esta especie de socialización de la inmadurez y la mediocridad en la que los negocios, los vehículos, la ropa, el gimnasio, los desfiles de moda, el sauna, los perfumes, las cirugías estéticas, los viajes, las dietas, la cama solar, etc. reúnen más atractivos y, por tanto, importan mucho más que los propios hijos?... Es más...¿cómo obtener BUENOS HIJOS de estos “padres último modelo”? ¿Cómo favorecer el desarrollo físico, psíquico, emocional y espiritual saludable de un niño cuando, mientras el padre se reparte entre frívolas actividades, él permanece solo o con vaya a saberse quién “enchufado” al televisor, absorbiendo quién sabe qué tipo de mensajes, “conectado” a la computadora o “navegando” en Internet?

El niño producto de este “modelo” de padre sólo conoce de superficialidades y apariencias; tiene la imagen de que el mundo es algo cosificado, un enorme objeto para la satisfacción de apetitos, y la idea de que TODO se compra o se canjea. Nada más.

La misión fundamental de todo padre, que se precie de tal, es esmerarse a diario por conseguir que su hijo no sólo logre ser un Hombre de Bien, sino alguien capaz de Amar, Ser Feliz y Hacer Feliz a quien lo ame... sabiendo y sintiendo que las Personas VALEN mucho más que las Cosas.

Psp.Ma.Alejandra Canavesio.

 

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