NOSOTROS
LO AMAMOS.
Al
igual que en otras oportunidades llamó mucho mi atención la
insistencia y perseverancia de aquella mamá en decirlo, decírmelo
y ¿decírselo?: “porque yo amo a mi hijo”, “nosotros
lo amamos y queremos lo mejor para él”...Ajá...Y, como
siempre, me pregunté: ¿lo mejor para...él?...¿Lo mejor en
términos de qué y de quién?...¿Realmente lo MEJOR?...
Esa
proclama fue, justamente, lo que me dio la pauta de que algo no
andaba bien en esa familia...
No
todos los padres aman a sus hijos. Por horroroso que suene, es así.
Tener un hijo no implica necesariamente que a ese hijo se
lo ame. De hecho, no todos los niños llegan al mundo por amor.
Que un hijo sea o no amado no depende de tener padres sino de
la capacidad de amar que esos padres tengan. Para poder amar
hay que sentirse amado (o, al menos, haberlo sentido en algún
momento) porque, quien no siente amor no puede amar, ya que lo que
precisa es que lo amen a él.
En
la cotidianeidad de la vida diaria hay un problema con el amor: se
lo malentiende y distorsiona. Y, desde un lugar errado, obviamente
no se lo puede poner en práctica tal y como es. ¿Por
ejemplo?...Bien...Sobreproteger no es amar; dedicarse exageradamente
al hijo, tampoco; sacrificarse por él, lejos está de ser una
manifestación amorosa. Absolutamente. Amar a un hijo no significa
estar todo el tiempo encima de él ni dedicarle la vida entera;
tampoco tiene que ver con vivir por y para
él. Todo eso no es más que cariño malentendido; afecto mal
expresado. Es un gran error. Que el hijo sea lo más importante
en la vida de los padres no quiere decir que sea lo único.
Hay una obvia diferencia entre ambas cuestiones que, aunque
evidente, no siempre es tomada en cuenta. Por eso induce a la
confusión, tanto a padres como a hijos. Y, por lógica
consecuencia, a equivocarse...
El
AMOR tiene que ver con que a uno LE IMPORTE DEL OTRO;
de su bienestar y de que esté bien. Tiene que ver con el deseo de
que ese otro crezca y se desarrolle por él y no para
mí. Tiene más que ver con el HACER que con el DECIR. Hay
una diferencia entre decir “te amo” y mostrarlo. Aquel que,
realmente, lo MUESTRA, no precisa andar proclamándolo a los cuatro
vientos. Porque se PONE EN EVIDENCIA... se VE... se HACE OBVIO.
AMAR
A UN HIJO tiene que ver con enseñarle a hacer las cosas y no con
hacerlas por él, porque es más fácil, más rápido e implica
menos complicaciones. No se relaciona en absoluto con el consabido
“ahora se lo hago yo...cuando él sea más grande va a poder...”
. Eso es chatarra.
La
verdad es que AMAR A UN HIJO es mirarlo y reconocerlo como un
ser individual y no como un “pedazo” de los padres; es tenerlo
en cuenta como persona única e irrepetible; es hablarle, mimarlo,
escucharlo y abrazarlo; es enseñarle a esperar, a hacer pis en el
inodoro, a comer con los cubiertos, a atarse los cordones, a
prenderse la campera, a cruzar la calle, a diferenciar lo que está
bien de lo que está mal, a compartir, a expresar lo que siente y
piensa, a hacer amigos, a aceptar al otro, a hacerse respetar, a
quererse a sí mismo...Es hacerlo sentir VALIOSO,
independientemente de mamá y papá. En definitiva, es desear
y hacer que logre separarse de ellos y sepa vivir. Solo y con
otros. Con aquellos con quienes elija estar, del modo en que decida
hacerlo. Por él y para él.
Para
saber si alguien de verdad AMA hay que “mirar” al “amado”.
Porque el AMOR produce AMOR; el dar amor enriquece a quien lo da y a
quien lo recibe. Es una alimentación mutua; un ida y vuelta. Cuando
alguien dice que ama a otro, hay que reparar en ese otro...y nos
daremos pronta cuenta de si es o no es así.
Para
funcionar como PADRES AMOROSOS hay que realizarse primero
como personas. Madres y padres son mujeres y hombres con vidas
propias que deben vivir, sin postergarse por el supuesto “bien”
de los hijos. No es saludable para el niño que sus padres “se
abandonen” a sí mismos por él. No es un buen ejemplo ni
un modelo de vida válido. El niño no debe crecer ni desarrollarse
a expensas de los padres. (No conozco a un solo hijo que se sienta
agradecido por padres que hayan dado todo por él. Al
contrario...).
El
niño precisa padres que lo AMEN y no figuras pesadas como mochilas
para cargar sobre la espalda o arrastrar con rueditas. Necesita
padres amorosos y no lastres que desee “sacarse de
encima”...para poder VOLAR.
En
definitiva y desde el principio, AMAR A UN HIJO es
prepararlo a diario para vivir la vida... sin mamá y papá.
Psp.Ma.Alejandra
Canavesio.
|