¡A QUE SÍ!

 

Su venida a Santa Fe se postergó por cincuenta y seis días. Desde antes de aquel 4 de mayo, en que originalmente vendría a compartir con nosotros su show, y hasta el 29 de junio, los santafesinos transcurrimos la peor catástrofe que nos ha tocado vivir hasta el momento, y digo transcurrimos porque no anclamos en ella, y sostengo que no anclamos en ella porque he podido comprobar que el desborde de las aguas destruyó demasiado, produciendo un caos, pero no nos arrancó de raíz la risa ni nos despojó de la capacidad de disfrutar. Muy probablemente...por los chicos.

Era domingo. El espectáculo estaba previsto para las 16 y ya desde el mediodía las veredas y calles de gran parte de la ciudad se poblaron de un pintoresco peregrinar hacia el sitio del evento, que fue yendo en aumento a medida que se aproximaba la hora. Había manojos de “piñoncitos” y “piñoncitas” con “mamás mujeres” y “papás varones” por donde uno quisiera mirar. Observar eso era ya todo un espectáculo...

Mi ahijado de 5 años y yo fuimos dos de las noventa mil personas que nos congregamos en la Costanera para ver a este payaso cordobés que se ha ganado el corazón de los niños y los no tan niños (como yo) con la distinción de un carisma que lo hace maravillosamente apto para el consumo infantil. 

Aunque apretados e incómodos por el tumulto, chicos y grandes pudimos disfrutar del encanto con que Piñón Fijo nos regaló su gracia y sus canciones...a cambio de un pañal...

 

A partir de algunas actitudes y comportamientos de los niños “de hoy”, y a la hora de buscar las causas, suelo reincidir en la afirmación del mismo punto: el niño da lo que recibe, hace lo que ve, dice lo que escucha...repite e imita...reproduce aquello que consume. Así de simple...y terrible a la vez, dado los modelos que se ponen a su alcance.

Personal y profesionalmente me ha tocado y toca observar demasiado a menudo que, en materia musical y televisiva, el niño tiene un involuntario (al menos al inicio) y habitual acceso a productos visuales y auditivos absolutamente perniciosos para un desarrollo saludable. ¿Por qué?...Ésa es generalmente la pregunta que hacen los padres y que, en primera y última instancia, resulta del gravísimo no darse cuenta del aceleramiento precoz del que sus hijos resultan víctimas. ¿Por qué? Porque lo que consumen no corresponde a su edad... Creo que a nadie se le ocurriría dar de beber whisky a un niño, hacerlo vestir con un pantalón talle 40 y una remera XL, calzarlo con zapatillas Nº 45, darle a leer libros de Marcos Aguinis o convidarlo con un habano. Pero con la música y la televisión sucede diferente. ¿Por qué? Porque padres e hijos consumen lo mismo, y el problema radica en que no son los padres los que “descienden” al mundo infantil para compartir con ellos su música y sus programas de T.V., sino que “suben” al niño al suyo abriéndole el acceso a imágenes visuales y auditivas nefastas para su etapa evolutiva. Y lo “ apresuran” y “aceleran”...conduciéndolo a vivir inadecuadamente su infancia. ¿Qué se pretende y espera de un niño que consume habitualmente canciones de Bandana, Mambrú, Christina Aguilera y Enrique Iglesias?...¿Qué va a necesitar consumir ese niño de hoy cuando tenga 17 años?...¿Qué va a precisar consumir dentro de muy poco si se sienta a ver “Muñeca Brava”, “Rebelde Way” o, si nos descuidamos, cualquier programa de antes y después de las 22?...

El niño aprende de lo que ve y escucha más que de lo que se le enseña intencionalmente. Es el aprendizaje asistemático que, justamente por asistemático, no tiene otros límites más que los que coloquen los padres. Por esta razón es que hay que DARSE CUENTA; darse cuenta de aquello a lo que el hijo debe acceder y aquello a lo que no, a partir de evaluar las características del producto a consumir y considerarlo adecuado o no para ese niño; mostrándole lo que es bello y lo que no lo es; enseñándole a diferenciar el buen gusto de lo chabacano...

Durante demasiados años renegué de los programas televisivos “infantiles” y me ha inquietado sobremanera pensar en las consecuencias de que los niños se “intoxicaran” ( y no “alimentaran”) con ellos. ¡Tantas! veces me he preguntado qué era lo que los hacía “infantiles”...En fin...

Y descubrí a Piñón como a un Maestro...enseñando...compartiendo con los niños tradiciones y costumbres; atrayéndolos desde la frescura, la simplicidad, la autenticidad y el compromiso que sólo porta un alguien que ama lo que hace; disfrutando y haciendo disfrutar en una permanente invitación a cantar y jugar aprendiendo y a aprender cantando y jugando; regalándoles un verdadero espacio y tiempo para que puedan crecer como niños...

Piñón Fijo es la evidencia, al menos desde mi óptica, de que hacer para los niños nada tiene que ver con rostros bonitos, voluptuosidades a la vista, afectividades fingidas, adultos bebotizados ni algunos que se valen de ellos para hacerse “estrellas”.

El niño es tierra fértil para cultivar aquello que pretendemos cosechar algún día y, para lograr una buena cosecha, es imprescindible seleccionar las semillas. Lo que obtengamos será el producto de lo que hayamos sembrado. Indefectiblemente.

Para aquellos que crecimos con María Elena Walsh, Gabi, Fofó y Miliki, Julieta Magaña, Carlitos Balá y Pipo Pescador, y queremos de nuestros niños personas mental y emocionalmente sanas, este ahora famoso “¡A QUE SÍ!” tiene que significar, también para nosotros, un profundo grito que encierre la confirmación de saber que, finalmente, hoy tenemos a un alguien que POR los chicos y PARA ellos piensa, siente...y canta.

 

Psp.Ma.Alejandra Canavesio.

 

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